Los fósiles suelen encontrarse de casualidad: al hacer una carretera y cortar con máquinas una ladera, al arar un campo con un tractor y profundizar en la tierra, paseando cerca de una cárcava después de una tormenta… en esos casos, los paleontólogos vamos al lugar del hallazgo y valoramos si merece la pena excavar los niveles de dónde vienen los fósiles, o si el posible yacimiento es demasiado escaso como para gastar el dinero que cuesta una excavación.
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